El río Caura es un río del estado Bolívar, en Venezuela. Este río se ubica entre los municipios Cedeño y Sucre del estado ya nombrado, es decir, al sureste de Venezuela. El río tiene una longitud de 723 km hasta desembocar en el río Orinoco.Es un río de aguas oscuras, como corresponde a los ríos guayaneses como el propio Orinoco en su curso superior (conocidos como ríos de aguas negras). El motivo de esta coloración se debe a los ácidos húmicos de la vegetación de selva, como se señala en el artículo sobre la cuenca del caura.
Lugares turisticos del Caura:
Salto Pará
El río Caura tiene una gran importancia turística y un enorme potencial hidroeléctrico, principalmente en el Salto Pará, que se encuentra a 257 km del Orinoco, a 195 de Maripa y 50 km aguas abajo de la confluencia del Erebato con el propio Caura, por lo que ya se encuentra en un punto donde es muy caudaloso. Unos kilómetros antes del Salto Pará, el Caura se divide en dos brazos en el punto donde comienza un fuerte desnivel, con raudales y pequeños saltos y es cuando se reúnen de nuevo, cuando se presenta el verdadero salto Pará, de dimensiones notables más por su caudal que por su altura. En total, los raudales anteriores del salto Pará, más el propio salto tienen un desnivel de 168 m a lo largo de 7 km de recorrido por tierra, según indica Pablo Vila. En la zona se ubica un excelente lugar turístico del municipio
Sucre del estado Bolívar
El Campamento Caura es un pintoresco y agradable refugio estilo casa colonial en medio de la selva tropical. Posee seis (6) habitaciones dobles cada una con baño privado, ventilador y mosquiteros, una gran cocina en la que se preparan deliciosas comidas y un salón de estar. Para los más aventureros tienen la posibilidad de dormir en hamacas con mosquitero. Cuenta con una terraza con una hermosa vista sobre el río Caura ideal para tomar las comidas y pasar un rato de relax admirando el bello paisaje y las sorprendentes rocas graníticas que emergen del río.
Las amenazas que presenta el caura:
La explotación de maderas en Venezuela se ha regido por el sistema de concesiones forestales por mas de 40 años. Sin embargo, no existe ejemplo alguno de manejo efectivamente sostenible en las concesiones forestales otorgadas hasta la fecha en el país. Por el contrario, la explotación maderera ha conducido a la pérdida de la mayor parte de la biomasa en todas las reservas forestales y lotes boscosos en donde se han otorgado concesiones forestales en los últimos 40 años.
En consecuencia es de esperar que, de otorgarse concesiones en la reserva forestal del Caura, se repita allí lo que ha ocurrido en todas las concesiones forestales explotadas en los últimos 40 años en el país. Implicaría la pérdida de al menos la mitad de la biomasa efectivamente explotada durante la primera rotación de 40 años.
Normalmente, cuando se otorgan concesiones, no toda la superficie es finalmente explotada. Se excluyen franjas aledañas a los ríos y otras fuentes de agua, se excluyen zonas con pendientes pronunciadas, territorios indígenas o sectores que sirvan de refugio a la fauna silvestre. En consecuencia, la superficie efectivamente explotada tiende a limitarse en promedio a un 70% de la superficie total de la concesión.
Las oportunidades que ofrece el caura:
Bajo tales condiciones, la explotación de maderas provocaría la emisión de aproximadamente 120 millones de toneladas de carbono durante el primer ciclo de corta de 40 años, equivalente a 440 millones de toneladas de CO2.
De modificarse la figura jurídica de la reserva forestal a parque nacional, se evitarían estas emisiones.
Según los acuerdos forjados en las negociaciones conducentes a un segundo período de compromisos del Protocolo de Kioto, las emisiones evitadas por medidas tomadas para evitar la deforestación o la degradación de bosques generan créditos de carbono. De tal manera que la modificación de la figura jurídica del Caura de reserva forestal a parque nacional podría generar créditos por los 440 millones de toneladas de CO2 de emisiones evitadas.
Utilizando como referencia los precios actuales de los créditos CER, negociados a través del Mecanismo de Desarrollo Limpio en el mercado de la Unión Europea , las emisiones evitadas (400 millones de toneladas métricas de CO2) tendrían un valor bruto actual de aproximadamente 8.000 millones de dólares (calculados a US$ 20/ton métrica de CO2).
Medidas Compensatorias
El cambio de figura jurídica, de reserva forestal a parque nacional, generaría la necesidad de tomar medidas compensatorias por las actividades económicas, industriales y fiscales suprimidas. La explotación efectiva de 1.2 millones de hectáreas en la reserva forestal del Caura implicaría la producción de aproximadamente 500.000 metros cúbicos de madera rolliza por año, con un valor de 120 millones de dólares anuales a precios actuales.
Se suprimiría igualmente toda la cadena de comercialización y transformación de esta materia prima en productos terminados, la generación de empleo, el pago de impuestos y demás beneficios colaterales.
En consecuencia, una medida compensatoria es el establecimiento de plantaciones forestales para la producción de madera industrial, similar tanto en cantidad como en calidad, a la que se dejaría de producir en la reserva forestal del Caura. Esto implica el establecimiento de aproximadamente 50.000 hectáreas de plantaciones forestales de especies de alto valor comercial, tales como Caoba, Cedro, Pardillo, Saqui Saqui, Teca, Apamate, entre otras, en los próximos 25 años, para la producción de aproximadamente 500.000 metros cúbicos anuales con un valor a precios actuales de 120 millones de dólares anuales. Para tal fin se necesitaría una inversión de 250 millones de dólares.
La conversión de la figura jurídica del Caura, de reserva forestal a parque nacional, generaría otros beneficios adicionales a los relacionados con emisiones de carbono. La cuenca del río Caura es un territorio selvático con ecosistemas ricos en especies endémicas y un alto grado de diversidad biológica. Allí también se encuentras comunidades de diversas etnias indígenas que ameritan protección de sus derechos, culturas y formas de vida.
El Caura, considerado uno de los escasos biomas prístinos en Latinoamérica viene padeciendo desde el 2006 -junto a las ancestrales etnias indígenas que habitan en él-, de una cíclica incursión de mineros sin que el Estado muestre una voluntad política real y sostenida de hacer cumplir los preceptos constitucionales en materia ambiental y de pueblos indígenas, por citar las aristas más visibles del caso.
Representantes de las etnias Yek´wana, Sanema y Hoti, agrupadas en la organización indígena Kuyujani, junto a centros educativos superiores como la Universidad Experimental de Guayana (UNEG) y diversas ONG´s vienen alertando sobre el desplazamiento de comunidades indígenas, la destrucción de ecosistemas, el soborno a militares y la violación de derechos humanos de quienes se atreven a denunciar los atropellos que se propinan a aborigenes que defienden sus hábitats.
“En la cuenca de El Caura de 4.5 millones de hectáreas ubicadas en el municipio Sucre del estado Bolívar, recaen cinco figuras de protección del ambiente (ABRAE) que están desapareciendo progresivamente sin que “nadie se entere”, cuestiona Alejandro Lanz, director del Centro de Investigaciones Ecológicas de Venezuela. Aún cuando advierte que el Teatro de Operaciones Nro. 5 ha actuado de forma intermitente para desalojar mineros ilegales dentro de la cuenca a lo largo de estos 3 años.
Sin embargo, representantes indígenas cuestionan el accionar de la Fuerza Armada, la cual sólo actúa cuando los medios de comunicación masiva ejercen una presión necesaria para activar un operativo especial.
En dichos desalojos, el TO5 ha encontrado decenas de indocumentados, motores hidráulicos -maquinaria minera-, combustible en tambores de 200 litros, víveres; “y sin embargo siguen existiendo los campamentos mineros ilegales y cada vez con más mineros”, cuestiona Arturo Rodríguez, miembro de la organización Kuyujani.
Si bien los militares controlan el suministro de combustible en la zona, así como vigilan el desplazamiento fluvial en la zona (única vía de transporte), mineros siguen accediendo a la cuenca Alta de El Caura, mineros ilegales con grandes equipos y provisiones; algo que los indígenas no se explican.
Representantes de las etnias Yek´wana, Sanema y Hoti, agrupadas en la organización indígena Kuyujani, junto a centros educativos superiores como la Universidad Experimental de Guayana (UNEG) y diversas ONG´s vienen alertando sobre el desplazamiento de comunidades indígenas, la destrucción de ecosistemas, el soborno a militares y la violación de derechos humanos de quienes se atreven a denunciar los atropellos que se propinan a aborigenes que defienden sus hábitats.
“En la cuenca de El Caura de 4.5 millones de hectáreas ubicadas en el municipio Sucre del estado Bolívar, recaen cinco figuras de protección del ambiente (ABRAE) que están desapareciendo progresivamente sin que “nadie se entere”, cuestiona Alejandro Lanz, director del Centro de Investigaciones Ecológicas de Venezuela. Aún cuando advierte que el Teatro de Operaciones Nro. 5 ha actuado de forma intermitente para desalojar mineros ilegales dentro de la cuenca a lo largo de estos 3 años.
Sin embargo, representantes indígenas cuestionan el accionar de la Fuerza Armada, la cual sólo actúa cuando los medios de comunicación masiva ejercen una presión necesaria para activar un operativo especial.
En dichos desalojos, el TO5 ha encontrado decenas de indocumentados, motores hidráulicos -maquinaria minera-, combustible en tambores de 200 litros, víveres; “y sin embargo siguen existiendo los campamentos mineros ilegales y cada vez con más mineros”, cuestiona Arturo Rodríguez, miembro de la organización Kuyujani.
Si bien los militares controlan el suministro de combustible en la zona, así como vigilan el desplazamiento fluvial en la zona (única vía de transporte), mineros siguen accediendo a la cuenca Alta de El Caura, mineros ilegales con grandes equipos y provisiones; algo que los indígenas no se explican.
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